“Una sociedad se hace grande cuando los ancianos plantan árboles, aunque saben que nunca se sentarán en su sombra”. Imbuida de esa maravillosa filosofía de la vida, ella decía: “Lo que he aprendido con los años es que debemos ser pacientes, constantes y comprometidos. Cuando plantamos árboles, algunos me dicen: “No quiero plantar este árbol porque no va a crecer lo bastante rápido”. Tengo que recordarles constantemente que los árboles que están cortando hoy no fueron plantados por ellos, sino por quienes les precedieron. Por ello, tienen que plantar los árboles que beneficiarán a las comunidades en el futuro”
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